Mujer de 81 años, sin antecedentes de interés, que consulta por presentar excesiva somnolencia diurna de años de evolución asociada a episodios de debilidad generalizada extrema de corta duración desencadenados por las alteraciones emocionales intensas, sobre todo la risa. No supuso un problema importante hasta que fue abuela. Desde ese momento comenzó a sufrir cataplejías cada vez que reía con sus nietos. Previamente, los episodios los había tenido en otras circunstancias con gran componente emocional, como comer huevos fritos, su plato favorito.

El test de Epworth 23/24. La exploración física y neurológica no mostró hallazgos patológicos. Se empezó tratamiento con modafinilo, con lo que mejoró de la somnolencia, pero no de la cataplejía, por lo que se pautó imipramina, y posteriormente se cambió a fluoxetina. La respuesta clínica no fue satisfactoria. Se le derivó a una unidad de sueño. Se realizó una tomografía axial computarizada craneal, sin alteraciones relevantes. Antes del inicio de tratamiento con oxibato sódico se realizó un estudio polisomnográfico para descartar síndrome de apnea-hipopnea del sueño y test de latencias múltiples del sueño para ratificar el diagnóstico. En dicho estudio se descartó un síndrome de apnea-hipopnea del sueño, se observó roncopatía simple y se detectaron movimientos periódicos de las extremidades inferiores significativos, muchos de los cuales se relacionaban con arousal, y disminución del sueño REM y de las fases profundas, posiblemente por la toma de inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina y por la edad de la paciente, respectivamente. Se empezó tratamiento con dosis crecientes de oxibato sódico hasta 4,5 g al día, con mejoría general. Esta mejoría le ha permitido, entre otras cosas, poder volver a disfrutar de su nieto y ha mejorado significativamente su calidad de vida. Durante el seguimiento en consultas externas se quejó de trastorno progresivo de la marcha, así como de alteración de la memoria. Se solicitó una tomografía axial computarizada craneal y posteriormente una resonancia magnética, que mostraron hallazgos compatibles con hidrocefalia crónica del adulto. Se le valoró en neurocirugía, y se decidió en consenso no realizar test de infusión.